viernes, 27 de agosto de 2010

Time.

Se abrazó a la almohada tan fuerte que anheló que alguien estuviese a su lado. Un pequeño mechón de pelo le caía por las mejillas, un mechón revoltoso, como ella, inquieta. Se miró al espejo con su camisón blanco, la vejez le había arrebatado parte de su encanto pero seguía teniendo esa sonrisa juguetona, algo arrugada, que tanto había enamorado. Y en ese instante pensó en su vida, en como había sido y recordó como le encantaba montarse en los columpios, no era una niña cuando lo hacía, pero él le empujaba con tal calidez que ella se dejaba sumergir en aquellos movimientos que divierten a cualquier niño. Él susurraba en su oído: "Siente la libertad conmigo." Y ella sentía. Pero por tanto confiar en amores perfectos, ella ha envejecido con cuatro gatos  alrededor y ahora se siente frente a un espejo vacío, solamente está su silueta que le mira fijamente.





/Puedo tener a todo aquel que quisiera, pero cuando él se cruzó, prometió acompañarle siempre, pero las vidas cambian y ella seguía cerrada en ese instante que siempre quiso recordar y que ahora le había dejado sola frente a la vida y las ganas de amar./

1 comentario:

  1. Las ganas de amar siempre resurgen :)

    Me gusta muchísmo el texto y el cuadro. Libertad, libertad.

    Muacks!

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